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julio 25, 2006

Sólo mentiras, caminan y puluan en derredor. No quiero más, mas mienten: las palabras, las acciones, los pensamientos. El propio incosciente engaña y así y todo no miente. Porque sabe que lo está haciendo. Quiero que funcione, hacer que valga la pena. Sin embargo, todo parece silencioso. Una gran nube que atraviesa los ojos, el corazónn, el cuerpo entero se cubre de gris y comienzo a flotar... en un espacio que no contiene ya más nada, vacío, sin existencia. Ahí floto... ya soy parte de la nada, que de eso estamos hechos, de eso se trata. Allí ya no reina la mentira, tampoco hay que preocuparse por la Verdad. Tan sólo se deja ver el velo de no-realidad, de todo nuestro no-ser. Es un click que resuena en las mentes, retumba. Se destruye por dentro. Se incendia desde dentro, hasta no poseer más nada.

click. clack.

Es la existencia. Es la pregunta misma que resuena en un eco insoportable. Querría sentirme más pesado, sentirme parte del mundo y respirar su aire. click. Volver a sentirme "igual", normal, sentir la pesadez de los objetos, la trivialidad de un ser más. Pronto volverá a la normalidad, pronto será tan siquiera una sombra de aquella nube ignominiosa. Sin embargo la espera se profundiza y duele. Hiere en el pecho, esa sensación de fin, de perpetuidad del fin, que quizá sea como el infinito pero a la inversa.

Quién sos? Una mentira...bah.

nada.

NO TE SALVES

extraño y cualquier cosa me lleva ahí.

...

No te quedes inmóvil
al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca
no te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados
pesados como juicios
no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo

pero si
pese a todo
no puedes evitarlo
y congelas el júbilo
y quieres con desgana
y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo
sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados
pesados como juicios
y te secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil
al borde del camino
y te salvas
entonces
no te quedes conmigo.

julio 21, 2006

La carta tan buscada.

Señor.
Usted es célebre y de sus obras se imprimen treinta mil ejamplares. Voy a decirle por qué: porque ama a los hombres. Tiene usted el humanitarismo en la sangre; es una suerte. Usted se alegra cuando está acompañado; en cuanto ve a uno de sus semejantes, aun sin conocerlo, siente simpatía por la manera como está articulado, por sus piernas que se abren y se cierran a voluntad, por sus manos sobre todo; lo que más le agrada es que tengan cinco dedos en cada mano y que puedan oponer el pulgar a los otros dedos. Se deleita cuando su vecino toma una taza de sobre la mesa, porque tiene una manera de tomarla que es exlusivamente humana -y que a menudo ha descrito usted en sus obras-, menos delicada, menos rápida que la del mono, pero mucho más inteligente, ¿no es así? Le gusta tambén la carne del hombre, su modo de andar de herido grave que se reeduca, su aspecto de volver a inventar la marcha a cada paso, y su famosa mirada que las fieras no pueden soportar. A usted le es fácil, pues, encontrar el acento que conviene para hablar al hombre de sí mismo; un acento púdico, pero entusiasta. La gente se arroja sobre sus libros con glotonería, los leen en un buen sillón, piensan en el gran amor desdichado y discreto que usted les consagra y eso les consuela de muchas cosas; de ser feos, de ser cobardes, de ser cornudos, de no haber recibido aumento el primero de enero. Y se dicen espontáneamente de su última novela; es una buena acción.
Supongo que tendrá usted curiosidad por saber cómo puede ser un hombre que no quiere a los hombres. Pues bien, soy yo, los quiero tan poco que de inmediato voy a matar una media docena de ellos; quizá se pregunte: ¿por qué sólo media docena? Porque mi revólver no tiene más que seis cartuchos. Es una monstruosidad. ¿No es asi? Y además un acto correctamente impolítico. Pero le digo que no puedo quererlos.Comprendo muy bien su manera de sentir. Pero lo que a usted le atrae a mí me disgusta. Como usted he visto a los hombres masticar con cuidado, conservando los ojos atentos y hojeando con la mano izquiera una revista barata. ¿es culpa mía si prefiero asistir a la comida de las focas? el hombre no puede hacer nada con su cara sin que ello se convierta en una escena de fisonomía. Cuando mastica, conservando la boca cerrada, los ángulos de su boca suben y bajan y parecen pasar sin descanso de la serenidad a la sorpresa llorosa. A usted eso le agrada, lo sé, es lo que llama la vigilancia del Espíritu. Pero a mí me da náuseas; no sé por qué; así he nacido.
Si no hubiera entre nosotros más que una diferencia de gustos, no le importunaría. Pero todo esto ocurre como si usted estuviera en gracia y yo no. Soy libre de que me guste o no la langosta a la americana, pero si no me gustan los hombres, soy un miserable y no puedo encontrar mi sitio en el mundo. Ellos han acaparado el sentido de la vida. Espero que comprenda lo que quiero decir. Hace treinta y tres años que tropieza contra puertas cerradas sobre las cuales han escrito: " Nadie entre aquí si no es humanitario". He debido abandonar todo lo que he emprendido; era necesario elegir: o bien era una tentativa absurda y condenada, o bien tarde o termprano se volvía en provecho de ellos. No llegaba a separar de mí, a formular, los pensamiento que no les destinaba expresamente: permanecían en mí como ligeros movimiento orgánicos. Sentía que eran suyos los mismos útiles de que me servía, las palabras, por ejemplo; hubiera querido palabras mías. Pero aquellas de las que dispongo se han arrastrado en no sé cuantas conciencias; se arreglan solas en mi cabeza en virtud de la costumbre que han tomado en otras y con repugnancia las utilizo para escribirle. Pero es la última vez. Yo se lo digo; hay que querer a los hombres, o de lo contrario apenas si le permiten a usted picotear. Pues bien, yo no quiero picotear. Me llamarán loco o trastornado. Lo mismo da. Voy a tomar ahora mismo mi revólver, bajaré a la calle y veré si se puede lograr algo contra ellos. Adiós, señor; tal vez será usted a quien encuentre. Enconces no sabrá nunca con qué placer haré saltar sus sesos. Si no -y es el caso más probable- lea los diarios de mañana. En ellos verá que un individuo mató, en una crisis de furor, a cinco transeúntes en la Avenida Cabildo. Usted sabe mejor que nadie lo que vale la prosa de los grandes diarios. Comprensa, pues, que no estoy "furioso"; por el contrario, estoy muy treanquilo y le ruego que acepte, señor, mi consideración más distintguida.

julio 20, 2006

lucha de clases. version "cancion infantil"*

Aserrín, Aserrán
Aserrín, aserrán
los maderos de San Juan
piden pan,
no les dan
piden queso les dan hueso
piden vino,
si les dan
se marean y se van.
Aserrín, aserrán
los maderos
de San Juan
piden pan,
no les dan
piden queso les dan hueso
piden vino,
si les dan
se marean y se van.





*nada que ver con cenicienta eh!

julio 17, 2006

las noches más frías luego del rocío.

Como una herida en el pecho, sintió ese deseo desde la primera visión. Acercarse a ella, desde la oculta noche, hacía que de pronto el frío que rajaba las piedras, se evaporara por el calor del encuentro. Por la energia contenida.
Estuvieron horas eternas discutiendo y riendo sin entender(se) la presencia. Aquellos dos seres desconcidos, conocidos por siempre; vagaban en sus cervezas, destilando un misterio en sus hojos llenos de entendimiento.
Sus labios siempre se configuraron como una incógnita. ¿Cómo se sentirían? ¿Còmo saben? ¿Como besan? En ocasiones todo dejaba de tener sentido, la mesa, la silla, sus vasos, estaban más vivos que sus propios instintos, en esos instantes acallados. Pero sus labios, sus labios parecían en esos momentos, salidos de otros tiempos, de otros espacios. Espacios completos, llenos de seducción. Y ese pico dulce...

Sus ojos eran luces estridentes que calavan en el cuerpo, cada mirada era un azote. Una pregunta más, un cuestionamiento, una certeza menos. Qué hacía ahí si no podía besarla...si no podia acariciar sus mejillas, siquiera.

Litros de alcohol, litros de una borrachera que no se correspondía con lo que habían tomado.Era otra cosa y estaba en el aire. Era el desconocimiento de lo que se aproximaba, de esa fría noche que volvía a hacerse carne... temblaban que no se entendía, como en su borrachera, si era del frío, o el vértigo de aquello...

Instantes y segundos que fueron horas años. Los mismos que parecían haberse extendido a lo largo de esa gran espera, del momento de tal encuentro. Y cuando todo parecía destinado a perderse en un saludo, el beso de extendió más de la cuenta y el tiempo paró por fin, sus cuentas inagotables hacia el infinito y se detuvo. Y ella lo dijo bien...vas a tener la vida para pensar y cuestionarte, hoy sentí. Claro! ya no había tiempo, ni espacios en los que pensar, todo estaba allí, en esa unión inseparable de sus labios, de sus manos gimiendo y sus rostros entregados a las dulce y suave placer. Se entregaron en la calle, en una avenida desierta, fría, pero no tan oscura como hubiesen deseado.

Y con sus músculos tensos aún, su perfume en el cuello y esa imperceptible sensación de los labios en los suyos, la dejó ir. Un bondi más. Un encuentro postergado... una pasión que se alejaba.

Y él, solo ya, caminando el empedrado de esas noches por fin desiertas, preguntábase una y otra vez, cómo no fue capaz, de detener el tiempo, de una vez y para siempre.

julio 07, 2006

ceremonial y protocolo

tan mal, tan mal que no podria hacerlo ahora, para no desgastarme. Creo que si me hago una paja en este instante, me suicido.

julio 06, 2006

las cosas en su justa medida

soy de esos...

que cruzan las calles en diagonal.

que intentan adivinar el vagón que queda más cerca de la salida

...y que cuando se ve que esta equivocado, corre hasta el vagón que lo dejará efectivamente en esa salida.

que mea (perdón, orina) bajándose la bragueta, y no, sacándose el botón y el cinturón.

que dirige al taxista de manera tal de esquivar los semáforos que adivina, estarán en rojo al momento de pasar por allí.

que cuando se lava los dientes, intenta apurar el resto de las cuestiones que aún le quedan pendientes antes de salir de su casa, como ponerse el pantalón.

que cuando saca a su macota, piensa o incluso dialoga consigo mismo, de las cuestiones que hará al día siguiente.

A vos...

"oía las palabras que salían de su boca, pero, incluso mientras las pronunciaba, sentía que expresaban los pensamientos de otro, como si fuera un actor interpretando un papel en el escenario de un teatro imaginario, repitiendo un diálogo previamente escrito para él."

Auster, P. "La música del azar"







...gracias por el dato.

julio 04, 2006

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