*

*

abril 23, 2007

Es como un corte y ya. Es apenas el corte instantáneo con el presente, un punto en el espacio, en el tiempo y en la mente. Es esa energía que se apaga cuando pensabas que ya no estaba, esa computadora que se apagó y ahora el silencio. Es el motor del auto allá afuera, eternizado por horas y de pronto plaf, nada más, silencio.
Es llegar por fin, a ese lugar, donde todo ya deja de existir. No hay movimiento debajo tuyo, porque no hay autos, no hay caminos, no hay subtes que surquen la tierra. Todo es calma y quietud. El silencio por momentos atormenta. Algunos han dicho, sí, que es tal la parsimonia con la que se encuentra, que muchos no aguantan, y se han tirado de la sierra. Necesitaban un poco de vigor nomás.
Es el silencio en los oídos, pero profunda estabilidad en el cuerpo, y gran equilibrio en la mente.

abril 12, 2007

Fa Sostenido

sentado frente a la noche inmensa, en un pequeño lugar de la tierra, yacía impávido frente a la lluvia fría que acariciaba en el vendabal, toda la tierra a mi alrededor.
solo frente a la totalidad, siento de pronto como un suspiro en mis dedos, dedos del pie ocultos por mis zapatos, guarnecidos con algodón sintético frente a la noche frenética. El cosquilleo no cesa y los signos de alerta en mi cuerpo toman nuevos bríos y ya la cosa no está para merecer un pensamiento normal.
El cosquilleo se hace molesto, y se va haciendo más doloroso y en un golpe cesa. El dolor, el cosquilleo, cualquiera que haya sido el misterioso sintoma, ya no está. Me alegro.
Pero me siento nuevamente compungido. Ahora son mis zapatos los que tiemblan, no lo siento, claro, son los zapatos; pero lo veo. Es muy claro, a pesar de la noche oscura, los zapatos se mueven, y mis piez se mantienen en su lugar. Comienzan a dar pequeños golpecitos al viento, que mágicamente a dejado de soplar.
Cruzado de pies, el que se presenta más alocado, claro está, es el izquierdo, que se recuesta sobre la pierna derecha angulosa y contemplativa. El zapato comienza a bailar en el aire ante mi mirada atónita. Golpecitos, golpecitos, pequeños espasmos del zapato. Pareciera estar danzando bajo una melodía oculta. Lo cierto es que bailan ahora, mis dos zapatos y no puedo quedarme cruzado de piernas. Es imposible. Mis zapatos, ya no podría decir que son míos, eso es un hecho. Callan subitamente y ahora la presión es hacia afuera, el zapato quiere irse, no quiere más lola. En curvas ondulantes el zapato se mueve, intentando desprenderse del lazo mortal, quiere sin dudas desprender el lastre de ese cuerpo inerte que lo sujeta, aún sin sentido.
Me descalzo por fin, y el zapato respira. Ha muerto.

abril 10, 2007

oido

por momentos tengo la extraña sensación que los disonantes, los tempos a destiempo y las notas malvenidas, producen en mi, una extraña sensación de sosobra y equilibrio que hace que mis gustos musicales sean, por momentos, algo extraños.

Seguidores

Nadie cuenta