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abril 03, 2008

silencio

sentarme frente al teclado y escribir. Lo miro, lo imagino, presiento las palabras, las imágenes y los sonidos; sus texturas y sabores. Me deleito mirando el teclado. Nada de eso expreso mientras hablo. El recorrido por estas lineas se deslizan como en un naufragio, entre lineas...allí estoy. ni siquiera en el planteo absurdo de quien escribe, ni siquiera en el contenido último, estoy en los paréntesis, estoy en los puntos suspensivos, en los matices, en la sonrisa de la S, en la carcomida sorpresa de la O, en los acentos -no en las tildes-, en final.
Aprendo del blanco, lo distingo de esas letras de molde negras que aparecen como ganado, arriadas por una voluntad que no es mía. Y pienso en cambiar el fondo. Quizás verde, a lo mejor amarillo...negro quizás.
Entonces se me ocurre, que tal si la humanidad callara de pronto. Si la humanidad cesara esa costumbre del habla. Aprendiera de pronto escuchar silencios, presencias. A sentir contornos, limites, bordes.
Qué tal si aprendiéramos a amarnos en silencio, en el éxtasis de entendernos por sí mismos, en el beso, en el sexo, en la mirada. Cómo sucede que el acto sexual se vuelve así tan simple, tan milagrosamente, tan complejamente simple. Cómo imagino tu excitación? Cómo logro alcanzar tu deseo sin un atisbo, sin una mueca? Tan sólo la atención presente, el deseo constante.
Qué tal si dejáramos de construir poderes, y aprendiéramos a inventar puentes.
Me siento entonces y veo la pantalla en blanco. Sucede que no tiene sentido nuevamente escribir lo que escribo. Tendría que comunicarlo de otra forma, verlos a los ojos y comprender lo que digo...lo que ni siquiera pretendo decir.
Retorno como siempre a la tragedia de este escrito, que no debiera haberse escrito nunca, y así, publico lo que nunca exisitó, una voluntad. Páginas en blanco, o negras debieran ser.
Quizás ahí, amiga, radica la incógnita de esos escritores que deciden emigrar a sus silencios, obligados al olvido, dejan sus obras para yacer eternos en el mar de libros imposibles que jamás escribirán. Quizás están diciendo más de lo que muchos intentan sostener en enciclopedias y novelas monstruosas.

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