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octubre 06, 2009

Reptil

Un algo singular me dijo que tendría que haberlo molido a golpes, escupido y pisoteado. Hubiera debido empujarlo y en un solo golpe partirle la mandíbula para que ya no pudiera hablar nunca más.
Bañado en insuldo y generar caos, pánico en aquel encuentro, que con su miedo se meara los pantalones y que gimoteara mostrando esa verdadera compulsa a la miseria. Debiera haber vuéltome loco, desborando furia y violencia, comunicar a todos de sus denuncias falsas, sus encubrimientos y sus objetivos espúreos. Zorrino miserable que me respiraba a dos centímetros de distancia, era su perfume hediondio y putrefacto que me daba náuseas y me violentaba en una acción desesperada, mierable zorrino sin vida ni aliento, saltando en un barro de mierda y de derrotas, sus derrotas y las de todos sus hijos de puta.
-Mentís con descaro, sin verguenza, mal parido. No hubiera bastado, tampoco la sangre en su boca. Todo el mundo allí reunido pensaría al principio en alguna apuesta teatral mal eleaborada o un ejercicio de risas insolentes. Inmediatamente verían mis ojos teñidos de rojo y la furia en mi boca escupiendo saliva y genuina locura.
Ahí la turba sedienta lo miraría como al gusano que veraderamente es y lo arrojaría a la calle para la paliza de su vida. Sería el silencio infinito de la maldad bípeda hecha hombre estirada en el cemento meado, cagado y sangando.
Nada. Ni una mueca de dolor había salido en todo ese trayecto mental de infernales consecuencias. No había entendido hasta qué punto la violencia se había agazapado en mis tripas hasta las horas posteriores en que escribo las lineas negras.
-Reptiles. Son todos y cada uno de ellos- Me había dicho una vez un amigo. Que alguno pudiera ser conciente de verlo a la luz del día y sin ningún tipo de reflejo era casi una situación inédita. Ahora lo podía comprender. Esa forma humanoide que tomó aquel día, sus pupilas verticales y su cuero frío de pantano estaba allí frente a mi, envenenando, pudriendo, intoxicando. Había más, pero no fui capaz de comprenderlo; su lengua bífida, su sombra que lo cubría todo, la noche, la muerte, el desamparo. Rastrera y cobarde, se alejaba ahora en una noche tormentosa.
Frente a frente descubrí la fisonomía de lo latente, de esa muerte asustadiza que se escapa por los vericuetos de una alcantarilla.

Podría haberlo molido a golpes, es cierto. Sin embargo lo agarré con mis manos, lo saludé y lo besé. Le dije hasta siempre, y me alejé.


octubre 01, 2009

En otra vida

De pronto vio todo su futuro
un futuro enaltecido, con tributos y reliquias
donde todo lo que había sentido, escrito, analizado o soñado
eran recordados, estudiados y comprendidos
como obras del mito que no fue
Su historia de pronto se llenó de alabanzas,
sus páginas escritas en márgenes hechas libros
Vio la tempestad de su ocaso y su recuerdo ulterior
Vio todo eso, pero ya estaba muerto

septiembre 18, 2009

Maldito

Maldito desde las puntas del pie, maldito de cuerpo completo. Hasta el infinito, partido en pedazos de maldita suerte, malditos deseos, maldiciones y pesadillas.

Y podría dejarlo así. Dos líneas estampadas en un papel, apoyadas en la mesa y allí quedar por siempre jamás. Para que queden patentes como marcas imborrables a cada paso, que sus caracteres pisoteen mi cabeza recordándome con seguridad en cada pestañeo, en cada respiración, que estoy maldito. Allí poder concebir esas dos líneas como un estigma sofocante.

Entonces nada ocurre. Simplemente nada ocurre. Son sólo dos lineas en un papel. Entender su destino es concebirse en sí mismo como un hecho estético. Una poematización de la vida. Un garabato de vida, de la cotidianidad, del presente imposible de un relámpago en la noche estrellada. Es un instante maravilloso de eterna verdad. Es el conocimiento pleno de asistir en nuestra vida al acontecimiento más brillante, más apasionante y más cabal, de palpar con los ojos, el verdadero sentido de lo artístico.

En su forma natural, concebirlo como una cuestión sobrenatural. Una brisa acariciando un pétalo caído de una flor. El rumor sinfónico de una sirena policial. O peor, de lo más absolutamente banal. Como una hoja en blanco con sólo dos líneas garabateadas en cursiva negra. Saber el contenido de estas palabras y comprender su sentido ontológico, su profundo sentido de verdad.

agosto 28, 2009

Momentum

Estaba acostado solo y a oscuras. Desnudo y sin sol. Hacía frío pero apenas lo sentía. Eran brisas que corrían de un lado a otro de la habitación. Corrientes subterraneas, incordiosas. Sólo sentía el crujido del suelo, el vibrar de la canción que en el tocadisco sonaba incesante.
Seguía con su mano derecha el sentido de las sílabas con la melodía espasmódica del cantante libertino que discutía con las cuerdas cómo prenderse fuego en un minuto; justo cuando él desnudo, tenía a su merced a su merced una vela encendida debajo de su mano bailarina.
Observaba con paciencia el fuego en su mano. No se quemaba, tan sólo es la sombra quejumbrosa de chispas que emanan de la vela encendida. Y el calor repercutía en su mano que vibraba con el cantante de esa cancion sin final.
El fuego caliente de su mano enrojecida eran el color del candor con que el cuerpo de él conectaba con las vibraciones del cielo que estallaba en un quejido partiendo la tierra de par en par. Llovía, tronaba en algún lugar un misterioso estruendo y un relámpago lo enceguecía todo.
Y el tiempo que pasaba posible en ese disco que estallaba en cada sonido maravilloso, los vidrios discurrían en sus veletas, moviendo sus aspas. Todo en el tiempo que se disipaba entre sus músculos débiles de la concentración de esas palabras bailadas de canción.
Y en la canción del epílogo, cuando el disco ensaya una suerte de final anticipado, ahí en la canción de cierre, de clausura final, su específico punto de cierre será allí donde las trompetas corrompen la penumbra de guitarras y todas estallan en un solo ruido. Junto con los truenos, el quejido y el mundo entero.
Pudo elegir vivir una vida de asceta, de capitán de barca colona, pudo querer el mundo, sus ríos, pudo haber sido montaña, esqueleto, tierra o revulsiva mar. Podría ser una flor, un capullo o tan sólo la muerte, la corriente de un pasatiempo, la sornisa desprendido de un niño o el cartílago inferior de una autopsia descarnada.
Pudo haberse enamorado o enamorar, romper leyes y violar niñas, pudo haber excitado, o penetrar la imaginación, podría haber sido millones de seres o él sólo como si fuese millones en él.
Eran miles de vidas, cientos de potencias querida o deseada, ahogo sin fin o amor eterno. Todo es la vida para él, o al menos podría haber sido tan sólo saber, el destino esprado, el requiem deseado .
Quizo todo, y lo decidió también, por eso se paró en ese final canción, vida y disco, todo en uno. Se levantó de pronto obsoleto sabiendo la sentencia, contó hasta diez y exaló un ruido tremendo, agónico y final.
Una bala pega en el centro de su corazón y cae frente al cielo. Estaba en su casa, . La canción había estallado y la lluvía había terminado de caer.

agosto 26, 2009

repetitivo

Repetitivo

...(sin cesar) me copio las frases, sin cesar. Es una recurrente. Me ayuda a transitar despacito el espacio. Estrellas son los obstáculos, sólo los soles ooo son mi horizonte.

Y si el cosmos está allí para mi, ¿para qué habré decidido venir a aquí, sin siquiera conocerlo? Algo, sin embargo, me trajo, sin dudas. Algo que olvidé en algún cajón secreto y aquí ando caminando, buscando el cajoncito. Y ni una sola pista, algún crujido en las hojas que me haya logrado recordar una milésima de aquella decisión!

Y así, nací sí o sí(no te habías dado cuenta?) un día aquí. Y de esa, estoy seguro, fue una toma de decisión. Compleja, definitiva, perfectamente clara hube de nacer aquí por esa maldita causa que sigo esperando oír como "un ciego frente al mar" (copio frases, sin cesar).

Tuve que existir en este preciso momento, pero por qué. Y es imposible saberlo claro, si estuviera vivo, porque hasta el final de mis días estaría esperando esa respuesta. Algo que me justificara en la vida que llevo, que me encontrara con lo que soy, con lo que fui...lo que queda por venir.

(Si este fuera un cuento, mi narrador sería un muerto que escribe de un más-allá-acá-qué-se-yo y le dijera a su yo-vivo todo por cuanto quiso escuchar; por qué nació, que lo hizo decidir, qué esperaba encontrar, qué pensaba hacer cuando lo hallara...mil cosas más. Sería un lindo descubrimiento personal que el lector haría consigo mismo y lo dejaría esperando respuestas a todo eso que piensa)

Pero claro, son el personaje que en aquella novela lee el cuento. No el que lo escribe. Entonces aquí no exista quien me responda en estas lineas lo que resta por venir. El origen. Entonces la tragedia se vuelve insoportable. Esa angustia del lector se hace conciente en esta realidad mía que me lo escupe en la cara. Qué lindo el lector! Está allí, inconsciente de todo, esperando que le narren una historia feliz, que no importa lo triste y trágico que se describa, todo habrá sido ganancia, puesto que le han respondido algo más. Un libro mas, una carilla traspasada.

Y por eso los cuentos tan largos y esta historia tan corta. Por eso la biblioteca de babel (la de jorge luis) de infinitas producciones, y aquí una sola y con titulo breve. ¿Cómo se termina lo que nunca empezó, lo que nunca se escribió, lo que nunca se dijo, lo que nunca existió? Con un punto. Claro. Eso ...(sin cesar) me copio las frases, sin cesar.

agosto 21, 2009

Baile

Un preludio ciego y latente, una danza de miradas atónitas y perturbadoras. Respiraciones y jadeos entre ellos dos. Y nadie más. Todo en ese momento, en un único momento de danza perenne, de dos seres desconocidos. Allí, todo se detuvo, todo se desarrolló normalmente y no fueron más que minutos encendidos de una efervescencia incontenible, que para ellos había transcurrido en una eternidad.
Ninguno hubiese imaginado que ese momento, por sus implicancias, por sus vericuetos en el transcurrir del mundo fueran lo que fue. Sucede por momentos, son momentos, esbozos que contienen en potencia mil imágenes, sonidos e historias, pero que los hombres y mujeres son incapaces de visualizar en ese exacto momento. Sólo el tiempo, la historia y el recorrido vital de sus humanidades sabrán lo que tal acontecimiento finalmente provocó.
Sus miradas bailaban en esa loca música sin sonidos, música de soñadores, asesinos y enamorados. Se buscaban, se perseguían, huían y se excitaban en un mismo tono, en donde los dos ni siquiera se tocaban.
Toda su danza son pasos improvisados, pero muy bien pensados, estratégicamente diseñados para que en esos sinuosos contoneos de la mirada, la presa caiga en la red, para luego dejarlo escapar.
De pronto sus miradas se cruzaban, por un instante pecador, la piel de ella, ese lunar entre sus pechos se volvían invisibles en el agitado pecho que se ruborizaba. La respiración agitada y los ojos escurridizos habían encontrado la meta, encontrarse con el otro, aunque hubiese sido un instante. Sin embargo, nada se decía, y menos aún, lograban tocarse. No era esa la intención.
Esa danza agobiante y soez frente a un mundo que los miraba continuaba sin pausa. La sensación de huida, de escondite en aquellos ojos pardos se hacía urgente y la humedad del ambiente se instalaba en sus cuerpos.
Las miradas resbalaban por los cuerpos aquietados de ese transcurrir infinito, que debía sobrevivir. No obstante, la danza termina. Abrupta e intempestivamente. Ella se levanta de su silla y se escapa por el túnel oscura. Parecería que allí todo había acabado y sin embargo, aún quedaba algo más. Un gesto único que lo completaría todo por fin.
Él lo había imaginado, lo había intuido en su expresión, en la forma de levantarse y en cómo se había ceñido la mirada de ella. Deben existir poros en el cuerpo que muestren el vaivén de las miradas ajenas, puesto que él la devoró en ese movimiento.
Saliendo ya del coche, un atisbo tan sólo fue suficiente. Nadie había dicho una palabra, pero allí estaban los dos; de pronto lo sonrisa de ella lo ilumina todo en el oscuro pasaje a la inexistencia. Los ojos brillantes, sus labios entornados y su rostro diáfano lo mira por ultima vez, quizá verdaderamente por primera vez. Son miradas lascivas, impúdicas luego de un juego de huidas y contornos. Son miradas llenas de pasión que dicen todo y callan lo demás. En ese momento sus sonrisas se envuelve detrás de un vidrio, de miran por horas, que son segundos y todo lo demás vuelve a desvanecer.
El mundo podría desaparecer, cuántas veces lo hemos vivido! pero en este caso un chasquido hubiera bastado para que todo desapareciera. Todo debía mantenerse como aquel instante, esa foto imborrable que lo cambiaría por siempre.
Sus miradas se buscan por última vez en un acto de dulzura inconmensurable y silencioso que sus sonrisas al viento rozan en un beso que nunca se darán. Sus corazones desnudos dicen el resto.
Nunca más la verá. Jamás podrán repetir aquella pieza exquisita jamás inventada. Nunca volverán a reconocerse en rostros jamás soñados y sólo quedará ese instante.
Sin embargo su mirada permanece por siempre en él, y él en ella. Aún cuando salen de ese oscuro trama subterráneo, saliendo a la fría ciudad gris, al montón, a la gravedad física de este mundo; ellos guardan un secreto primavera, el de un hombre y una mujer que bailaron por primera y última vez.

agosto 05, 2009

Cierra los ojos

Cierra los ojos. Al parecer conduce a una orden. Nadie lo sabe aún, aunque todos pueden suponer que en realidad se trata de un texto dirigido a quien lee, y entonces la sintaxis normal, sería leída ahora como una acción de algún personaje ficcional.
Entonces cierra los ojos, ella, a quien vemos obnubilada en una ceguera corporal, habitual, sedimentada en miles de años de humanidad. Su ceguera inducida y espontánea, personal, instantánea y mini decimal; no es pues más que un simple clausurar de los ojos al pestañar.
Sin embargo aquí, en el texto irredento, lo que se intuye es una breve celebrada descripción de un ojo al cerrar. De recrear con sumo detalle la descripción de un gesto, de un simple articular; y he aquí la maravilla narrativa, de poder sentir en mil imágenes por segundo, el transcurso de la eternidad.
Entonces sin más explicación que esta el autor retrata un origen, una génesis. Es ella que por alguna irritación fugaz, un leve chasquido, una brisa milimétrica o quizá un susto abismal reproduce una noche infinita que dura una centésima y el mundo desaparecerá.
La desaparición, aclarará el autor, de lo que se trata en realidad, es entenderla en su estado estético puro. Imaginar y fabricar una mirada ética del momento eterno y mil infinitas veces repetido de un mero pestañar. Y entonces nuevamente, impedido de cualquier otra interrupción todo lo demás acontece.
La luz se desvanece y es el mundo que desparece. Una oscuridad que se manifiesta en su negra verdad y quema arde y ensordece como una imposibilidad de mantenerse así. La oscuridad se vuelve devastadora el silencio mortal. Camino entonces en ese mismo estado fugaz por alguna frondosa avenida de la gran ciudad. Es también allí donde el cuerpo recupera cierta dignidad y resuelve en el transcurso de ese tránsito; y entonces respira, exhalando ese final de un aire viciado en ese nuevo mundo de oscuridad y muerte. Sale pues, mientras el mundo en negro camina un paso más.
Por esa extraña razón del cosmos estos dos movimientos se dan en paralelo quizá por vez única y eterna finalmente. Entonces en este choque imposible de casualidades habituales la piel se vuelve impúdica, las prendas se desvanecen en un suelo árido y el cuerpo queda desnudo, de una corporeidad inédita, puesto que es inédito este momento celeste.
Caminará desnuda, dirán los lectores viciados aún por el puerto aquél, de la previa lectura; que aún no logran trasladarse en esta aventura de las letras a leer ya como una hermosa moraleja, como todo acto estético. Estamos hablando que la desnudez será vista como elemento ficcional de esa verdad que se desviste de la hipócrita vida real. Los dos elementos que antes se combinaban entre el respirar y el movimiento horizontal de nuestras pestañas genera EL acto artístico del relato, la idea de esta mujer es desnudada al mundo real en el mágico instante de este acontecimiento. La mentira termina de sobrevivir y el teatro comienza, sus cortinas se abren.
Camina sin rozar las miles de almas carteras, almas sobretodos, vidas polleras y algún portafolio. Multiplicado de millones de ellas, a velocidades imposibles en el tempo de esta mujer que en su lento caminar despide sus últimas verdades esparcidas en el piso.
Esgrime una desnudez sofocante a la humanidad que la observa circunspecta condescendencia aunque de ella emerge la verdad del violento egoísta peatón.
Ella que nada ve, relaja sus pulmones. Se híper sensibiliza esgrimiendo una risa perfecta y siente esa respiración, con el viento atravesando las puntas finales de sus uñas violetas pintadas. Una nieve después que corre por sus piernas desnudas haciendo un zigzag entre pie y pie.
Y todo en un quiebre de su pestañar que ahora se demora en finalizar, que se suponía que allí terminaba todo. Sin embargo la esencia aún pervive y lo siente en su andar que comienza a percibir que esta ceguera se tarda en finalizar.
Este egoísmo cruel de quienes la ven brillando la define en su momento final. Aquí es ella quien decide: seguir caminando sin pausa viviendo esta mentira ficcional, donde el relato continuaría por siempre y leeríamos toda la historia que continúa tras de esa primera negritud; o bien abriría sus ojos para volver a la verdad impostora que la aleja por siempre de este otro submundo y acabará allí donde el punto determine la blanca hoja sin terminar.
Entonces la ceguera se hace imposible de congeniar, el cuerpo se apronta a recuperar el aire perdido y es el exacto momento en que el sol de esa realidad ocultada comienza a aparecer como un nacimiento como un claro amanecer. La luz se hace incontenible…

Y allí está caminando en ese rápido caminar una joven mujer que lleva papeles por terminar, una casa que construir, un mundo para morir.

FIN

julio 31, 2009

visitas

Me cubro los ojos, para no escuchar, el terremoto profundo que habita en mi (seguro ya es canción) y en cada frase, miro sus ojos almendras que deambulan en alguna historia sencillísima, de esas que sólo se dan en una cocina.

Huelo el perfumo de un mundo distinto, palpo los contornos, los perfiles y ribetes de una historia única, particular, que existe en algún resquicio de nuestra memoria, de nuestra imaginación o del cosmos entero.

Son estelas de algún recuerdo, de cualquier presente, de ningún futuro. Son fantasmas fatuos
que se incorporan desmedidos en una realidad perversa, que se cansa en decirte, NO! esto no es real.
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Sin embargo. Siempre el sin embargo termina por comprenderse, por comprender que nuestra vida está llena de caminos oscuros, andariveles misteriosos, escondites que nuestra imaginación niega, pero conciente que están allí. Y es justamente en ese allí, de una cocina amueblada, de un mate que pela, y unos ojos almendra, que me derriten el tiempo, me detienen los ciclos, me congelan los pensamientos.

Una cocina, como un comedor, como la habitación, como una plaza o un parque. No importa lo que sea, poder acercarse a esa realidad de ojos almendra, perfumes violaceos y cuerpos celestes, son la certeza de la deidad presente.

Será mucho o poco, es un corazón que late, a pesar de todo, a pesar de todos, late sintiendo, late combatiendo una realidad que no existe, que quiso vivir y no la dejamos.

julio 08, 2009

Una imágen, llena de sonidos. Un lapiz, lleno de ideas. Un pincel, cargado de olores. Y todo lo demás, roto, en los sueños perdidos una noche de bueyes perdidos y whisky añejo.

Y el arte de escribir, de sentir el sentido de las palabras. No tanto lo que dice, sino cómo lo dice, cómo indaga en esa majestuosa forma de decir. Y como un vino, sentirlo en la lengua, en los poros, cargarlo de sentido, oxigenar el contenido y tragarlo.

Las palabras que flotan, incordiosas por el sonido del mundo, están ahí, plácidas y enceguecidas.

Inventando palabras que nadie dice, que se leen en un museo absurdo, quietitas, sin quererlo. Ahogadas en un territorio hostil, lleno de buenas intenciones y sonrisas falsas.

Esas palabras que brotan, como sombras, alargando su penumbra, llena de destellos, de colores y bordados de mil imágenes.

junio 09, 2009

Ahora justificado.

Un recuerdo, una imagen imposible que deseaba, que lo descoloca, tan sólo de su vida anterior.
De pronto la noche, que no va más que un ejercicio y nada más.
Desconfía de la propia imaginación, que le juega una treta inesperada. Ahora ya no sabe dónde era de noche. Acá, dentro suyo, o allá entre ese montón, ahí fuera?
Luz. Aparece un nombre de mil vidas pasadas. En medio de lo que era una noche perfecta, casi negra; todo se desordena de forma majestuosa. Luz, un nombre imposible, una cara más posible que real. Quién lo hubiera preparado mejor. Pensando en la noche, apareciste vos, Luz. Sin mirarlo, sin tocar ni pestañar. la vió y ella leías nomás. Nunca se enteraría.
Pero vino la luz. Raro, como si estuviese planeado.

...Pero se va y de la tormenta sólo queda su perfume, y el frío allá fuera, que espera por mi.

mayo 29, 2009

sueño con otoño

También llega agosto, y así como llega se va. Transmutando sus ropas y con alguna escupidera bajo el catre, las noches se van haciendo más de la cuenta. Se cuecen lenta e imperceptiblemente, y ahora con el frío, todo pesa un poco más. Y la tormenta que pega despacito, el mundo se para en puntitas de pie y ni siquiera dios sabe, cómo es que la noche avanza y uno ni tan siquiera avisado.
Y como la tormenta pasa a ritmo desordenado, un repique de truenos y unos flashecitos de relámpagos, la noche se va cerrando, y claro, mientras más cerrada, más cerca estamos del día.
Claro, Ahora es imposible pensar, es agosto. Es agosto. Agosto y otoño tienen una suave brisa de colores ocres, una melodía singular, cómo puede ser! si ningun mes suena con su estación. 

Todo mezcladito y sin apuro, menos agosto, que se va tranquilo, con sus lluvias, sus tormentas y sus locas ideas otoñales. Esto sí. Las letras no. Que las letras caigan como lluvia, puede ser; pero que de pronto una imagen, una mirada distinta al horizonte aprezca tan-así, en el rostro de alguien a quien había olvidado, es imposible. 
Que esa mujer, que quizá nunca significó nada, ahora aparezca, con sus signos tan parecida a lo que años atrás era ella...no puede entenderse. Es otoño, que deja su mística, su melancolía impalpable, su sensación. 

mayo 21, 2009

pa vos allá, yo también soy pueta

turubu bu bu
turbu bub bubu
Me gustaría estar debajo del mar,
In an octopus' garden in the shade 

viviendo así, en la humedad de buenos aires y pavón.

He'd let us in, knows where we've been 
In his octopus' garden in the shade 

alguien va - a  a  a decir
 
que estaría muy bueno tenernos
siempre a los dos


aaaaaah


a a a aaaa
 
sería - interesante- cojer con vos.

en un gran jardín de espmeralda y girasol

Fantástico, entonces. Con eso es acaso usted feliz!? 
Pues, claro. Así de simple y con la humildad del gesto y la necesidad.
Entonces de qué rollo me habla ? De qué historia, si a penas alcanzan las paalabras para lo ultramente necesario
para que entonces ese rollo, 
si somos felices y entonces qué.
pregunteselo

Le pregunto entonces: - cuando pasa qué cosa?
Nada especialmente, solo que las emociones hoy vienen acompañados de esto que traigo
como el dolor viene con la punzada, hoy la emoción viene con cancion

me rio sólo para no darme cuenta lo maravilloso de la armonia, entre lo que escribo
lo que siento
y lo que pretendo
ser.


mayo 06, 2009

dudas desnuda

Ahora que estás desnuda, sería bueno preguntarte qué va a pasar después...Y como estás así, acostada regodeándote en el placer de sentirte inalcanzable, es tiempo de comentarte, y qué si faltara, qué si tan sólo no estuviera.
Es que ahora que tu mente desnuda descubre. Ahora que tu mente desnuda descubre la imposibilidad de existir más allá de tu propio cuerpo es tiempo que aprendas, es tiempo que sepas. Sería bueno que pensaras, pensar en la mera idea de desaparecer y puf, nunca más estar.
De no ser quien imaginás ser y desvanecerte, volverte loca encontrándote de nuevo, evaporándote en mil estrellas y nunca más regresar.

Ahora. Ahora que estoy desnudo y mi mente se refleja en ese espejo de mil caras, en mil imágenes que son mías. Ahora que desnudo frente a vos todo lo que supongo ser y desnuda de pie estás vos, justo junto a vos me preguntás, casi sin más nada que decir, a quién podría parecerme. Como si supiera respondo, que ni yo soy yo, mirándote a vos... que podrías ser quien creo ser. Si tan sólo supiera, claro. 
Entonces no te respondo y reposo en vos, en tu desnudez acalambrada. Y vuelvo a pensar, imagino la respuesta: un montón de carne podrida y huesos quejumbrosos apilada en un puto desierto de papeles y escombros inútiles. Pero sólo siento tu respiración, tu dulce calma desnuda, detrás de tu corazón que duerme. Y entonces se, con certeza, donde estoy, quien soy y a dponde voy.

Y vos, preguntás desnuda, sin saberlo, que soy todas las preguntas a todas tus respuestas y que no pienso desaparecer, aunque se abra la tierra y nos deje nuevamente solos. Voy a buscarte y no vamos a poder escapar.

No pienso moverme hasta que desnudes tu alma y sangres las verdades y descubras por fin, que debajo de ese ropaje, estoy yo, esperando contagiarte más dudas desnudas a tus certeras inseguridades.


mayo 05, 2009

De novelas y otros cuentos absurdos

Los ojos negros profundos, redondos, brillantes. La perfección de una mirada circunspecta y atolondrada que sube lentamente por el rabillo de sus almidonados vestidos, mirándose las uñas primero, deteniéndose en el descanso de sus hombros después, en un gesto de envidia para cualquiera, para ella no es más que un leve bostezo sostenido su pequeño hombro; hasta encontrarse con la mirada de aquel.
El que andaba buscando una palabra que cerrara con su cuento de habitación de hotel, buscando entre recuerdos, una rima, una simple oración que terminara el suplicio de desvelo, pateaba piedritas y papelitos...
Una milésima de segundo que conectó todas las fibras internas de ambos, en un calor silencioso, pudoroso, que no atreve a decir palabra.  Apenas un roce entre aquellas miradas, que no sacan chispas; no claro, no estamos en una novela. Apenas brillan algunas estelas celestes y no son metáfora, al menos no para ellos. Mil roces pueden sucederse en un día, en una semana, en toda una vida. Mil miradas, mil palabras y ninguna flor. 
Y en ese escondite de encuentros misteriosos, donde la profundidad de una mirada quedaría pregnando por siempre, esa, esa que siempre había imaginado, se había hecho presente esa mañana. El cuento final, la historia sencilla, el ¿amor de su vida? No. Eso sólo en las novelas.
¿De quién hablamos?  ¿De él? ¿De ella? Lo mismo da. Ese instante se limitó a aquel estallido. Un nuevo gesto, quizá un mosquito, seguramente una mosca; que no estamos en una novela y esas cosas pasan, y su mirada cambió su dirección envuelta hacia el interior de quién sabe qué pensamiento. Es que uno puede ser omnisciente y así todo nunca entender el por qué de ciertas miradas femeninas, ciertos gestos imposibles que sólo esta hembra humana puede ser capaz de producir. 
Y entonces con el mismo desconcierto que este omnisciente, el chico de treintaytantos, que andaba por ahí en busca de las eternidades más elementales, que vio en un destello aquellos ojos negros impenetrables, volvió su cabeza hacia cosas más urgentes; que también los hombres tienen urgencia y en este caso el filo de un paraguas apuntando directo a sus ojos, no iba a ser la excepción.
Sin embargo, y aquí, en ese momento donde todo parecía finalizado, donde el párrafo final se adivinaba ya casi con los ojos cerrado; las cosas que son imperceptibles, incluso para los omniscientes, se hizo testigo para todos, incluso para la señora que guardaba ahora su paraguas mortal.
La leve mirada y el calor de su cuerpo, se hicieron uno, en la sutil sonrisa. Puesta en él, claro, su receptor; que recibía sorprendido, sin entender, como todos allí; el saludo mágico de los ojos negros, de su pelo azabache y su sonrisa 10 puntos.
La volvió a buscar, sin mirarla, pensando que de pronto su mirada y la de él se encontrarían nuevamente al azar, como había sido. En un suspiro de ella, mirando el cielo, en busca de respuestas, él, por alguna imprevista reacción bajaría un poco más su mirada, quizá anotando mentalmente alguna que otra frase y allí estarían nuevamente. Pero no. Que no estamos en una novela che, que estas cosas pasan cuando pasan y que la verdad de la milanesa es que ella viajó, se fugó a parís, por un amor que no era; y él naufragó en un amor de copas vacías y nunca jamás; porque estas frases lamentablemente no sólo viven en las novelas, volvió a olvidarla ni a perdonarse ese mutismo infinito que la perdió a ella, en su sonrisa, para siempre.

abril 23, 2009

súbito encuentro

Hubiera jurado que aquella existencia no se hallaba justamente en ese precioso preciso lugar donde hacía dos segundos había recientemente mirado.
Sin embargo y a pesar de ese juramento banal, ella estaba ubicada en ese mismísimo lugar. Aparecido, como aparecen...tranquila, pacífica, dormida. Como si siempre hubiera estado allí, ni un mínimo sentido de incomodidad, cansancio o exasperación. Él, por el contrario, intimidado por el reciente descubrimiento se salía de sí, con esa violencia que sólo los muertos reconocen. Y ahora se sorprendía, movía su cuerpo en espasmos inquietantes y ella inmutable, ni siquiera lo registraba.
Es que acaso podría no haberla visto? A ver, la visto...antes. Quizá haberla visto girando su cabeza sobre ese preciso precioso lugar y no dar cuenta de su rostro, mil veces rozado, mil veces acariciado? o era un sueño, nuevamente, una trampa de su inconsciente jugándole de nuevo a las escondidas; en reminiscencias de algún tiempo despreciado, nuevamente recuperado. No! Imposible, su inquietud lo hacía darse cuenta, que tras de sí, estaba ella. Mirando la nada, recordando nada. Vaya uno a saber. No sabemos nada.

Y si todo fuera así entonces, como es que no pudiera reconocerlo. A él. Al mil veces encontrado, al recuerdo soñado, al sueño reencontrado. A él, que lloró hambre, somnolencias y cristales. Que comió plomo, paciencia y sosiego. Justo a él, que estaba-ba beando recuerdos, sangre y cuántas cosas más. Como es que ella ahora, no pudiera siquiera rendirle un saludo, una palabra, una mirada.
Mirada de miranda. porque así la llamaba. Esos ojos desencajados en el éxtasis del sexo, en las tardes inalcanzables ya, pero que se repetían hasta el infinito, hasta que el infinito los alcanzó. Recordaba esa mirada, mientras ella observaba un cartel sin importancia...rogándole que la mirara, con la paciencia que sostuvo su mano en el último recodo de sus últimos aires.. y esa mueca de disgusto, que ahora hacía reconociendo al gordo de la puerta, era el mismo gesto de disgusto cuando ella lo peleaba.
Y si todo eso fuera así, si esa necesidad de verla ahora se hacía carne, a sólo unos pasos de distancia...Cómo puede ser que no lo viera!? Desesperado por tomarla, tocarla y besarla, llorarle y repetirle mil veces el canto perdido, su voz agotada, la palabra silenciosa...que hacía tanto no escuchaba. Cómo le hacía esto.
Y sin siquiera pestañear, todo esto cuánto había sido para él. El subte seguía su marcha, la gente volaba de un asiento a otro y los colgados de siempre. Pero el no había siquiera respirado y sucedió de golpe y por supuesto, sin reaccionar, sin esperarlo; ella le sonrió. Tomó su cartera y partió.
Que las palabras no hayan podido aún sincronizar con las palabras es un letargo de su conciencia, que escribe apesadumbrado en un recoveco, ahora oscuro y húmedo para intentar comprender-se.
Había sido un segundo y no logró asimilarlo, estaba como agostado, extenuado de ese recuerdo. Se iba con ella, había desaparecido. Tan sólo una sombre inquieta paseando por un agujero bajo tierra y él que la había visto, ahora ya no es. Tampoco él, que escribe pensando, que ya no piensa ni siente, que esto es una mentira y que él no merece vivir.

abril 04, 2009

Inicio del cuento

Siempre me interesó esa primera imágen: "Era una cáscara de hombre". La frase en sí, no era solamente un esteticismo del autor, un simple acto de grandeza, como un iniciático de Borges. No. es mucho más. Quizá seguir leyendo ayude a entender la magia: es el protagonista que escribirá la novela en primera del singular, sin embargo  esa situación,  ESE momento exacto, es presente. Luego, el relato discurrirá en los avatares de nuestro (anti) heroe pero desde lo que ya ha acontecido.
Ahí está nuevamente la singularidad de la más bella frase de todos los tiempos. El autor se describe por única vez, primera, solitaria y final, en el mismo comienzo de la primerísima primer linea. Aunque quizá, ya no lo se, podría estar al final, y sería igual. 
Porque entonces sólo allí donde el hombre, su existencia y el empredrado se reconocen por fin como pares, donde Buenos Aires se vuelve nuevamente más sola que nunca, como aquel que espera, ahí la soledad encuentra al verdadero ser, a la esencia misma del homrbe, esa cáscara desgarrada.
La humanidad late con la ciudad, late con su profundidad, su singularidad y su perpetua ignorancia, de una ciudad que vive, gravita sobre nuestras vidas, sin siquiera percibirlo.

Puede ser la imagen más poderosa para el porteño, o quizá, puede serlo, de toda la humanidad. En ese sentido de la buenos aires, ciudad del mundo; el artista se vuelve justamente allí, eterno e infinito. 
Valga redundacia, me encuentro aquí, como una cáscara de hombre, venida a menos claro, con menos dotes, con menos historia, pero con la desnudez de mi vivencia incrustada en mis víceras y en el perfume de mi indolencia. 

Camino y me perfumo con los roces que me doy con la vida. Porque por momentos me siento libre, brillando... completo y vivo. Allí somos una cáscara, que no nos permite encontrarnos, todos recluídos en nuestras casas redondeadas, con sabores conocidos y gustos radicales

Reclusión y libertad, ejes que alguna vez entenderé por qué reitero.

marzo 20, 2009

Fin del cuento

Hacía falta un gesto, un trastabillar de las palabras, una mano secándose el sudor, o un camino de hormigas que pasara justo delante, para que todo terminara en mil pedazos. 
Son gestos, son figuras simbólicas que adornan los hechos que delicadamente el tiempo va poniendo en el camino. Son estelas invisibles que con dulzura dejan sinnúmero de pisadas, de caminos sin salidas, de trampas encubiertas.
Entonces, la delicadeza de su mano secándose el sudor, la mano que peina en un mismo momento  que luego  escupe un "Hasta acá llegué...". 
Pum. Fin de la historia. Caos de una muerte anunciada por mil historias pasadas. Novelas y películas lo anticiparon un hecho como aquél. Palabras de más, pensamientos inoportunos y un gil parado en la puerta de su casa invitándola a salir. A salir!
"...después de caminarme toda la ciudad, llegué, te propongo que dejemos todo, huyamos de esta mierda y vivamos nuestros sueño de estrellas regaladas, de mar de arenas y mil cuentos contados y nunca vividos". 
Lo iba a decir, estaba a punto, con el sudor en su mano, impaciente por verla, demostrarle que toda esa locura de años fugaces habían concluido. La iba a invitar a su casa, le iba a estrellar ese amor que alguna vez cultivó sin premura en una noche de verano, en costas alejadas de su origen. 
Pero ella estaba lo suficientemente predispuesta a los gestos, a los símbolos, a los contubernios con los que había soportado estoica mil avatares. Negando con una sonrisa, porque nunca, jamás, dejó de sonreír y se lo previno: "Ni una palabra más. Te vas! que seas feliz". 
Claro, se veía venir. Pero, ¿cómo él no lo vio venir? Lleno de historias, de tragedias, de años imaginando un final feliz. Pero si! los finales felices, vaya novedad, todos sabemos dónde van a parar.
Rumiando un asfalto cavernoso, retornó a su no lugar, de nuvo en su partida. Ella jamás sabría esas palabras prometidas, tantas veces repetida. El jamás imaginaría que el gesto anterior, mucho antes que él llegara, la había decidido. Una mueca imaginada, en un diálogo virtual entre ella y él. Se lo había imaginado dudando, se había sentido usada, y él "el  indeciso de siempre", el imposible, el nunca jamás. 
Por madurez o simple hartazgo, le cerró la cara, en la puerta, casi en un llanto, con la impotencia de quien no mira más, sientiendo el deseo de desaparecer. 
Ese gesto, imaginado y nunca real había cerrado la puerta de ese ese cuento, real por momento, siempre siempre soñado.

enero 22, 2009

el hombre-de-pie

-Ponete el forro, dale!- Dijo entre risas la mujer-desnuda.
Ningún cliché debajo de la seda blanca que acababa de desprendese de su cintura. La rudimentaria ternura del cuerpo desnudo, la imperfección ahora patente, de una eterna obra de arte, se reflejaba en sus ojos. Allí estaba ella, exigiéndole vaya uno a saber qué y lo único que importaba era encontrarla bajo su desnudez. Geográficamente la tenía sometida en su retina: la mujer-desnuda yacía bajo la sombra de la pequeña e insigificante luz que se animaba cruzar las persianas rotozas, en el centro exacto entre el colchón tirado y la mesita de luz -de libros apilados-, fumando un porro retorciéndose la oreja. Todo, entre esas paredes carcomidas por una humedad desconocida y un techo desprovisto de luz ni color, roto como el alma de aquél.
Gegáficamente conocía el lugar. Allí. A pocos centímetros de sus dedos, estaba ella, solicitandole de forma insitente -"pero ponete las pilas che. ¿O no me vas a cojer hoy?". En un susurro sus palabras se adentraban como una melodía sin sentido. ¿Qué decía? ¿Qué importaba? Sólo alzar las manos y su cuerpo estaría a su disposición. Allí! ¿ves?, entre los muebles insignifiantes y la ropa tirada, está ella desconocida, completamente desnuda.
La desesperación de sentir la cercanía y hacer que todo lo demás desapareciera; son las condiciones existenciales de su momento. Sin embargo, el hombre-de-pie no puede hablar, mudo luego de la última oración de la mujer-desnuda, el hombre-de-pie queda petrificado esperando un momento de lucidez para entender(se) en los algoritmos de su pasión desmesurada y su innegable exitación.
Desaparecer ahora. Claro, ¿no ves? Es sencillisimo. Fundirnos en algo parecido al sexo, olvidarnos de la mierda que está allá, allá, como un algo exterior, por fuera de nuestras existencias, el mismisimo catre podrido en el que nos acostamos.
Momento y tiempos. Ahora! la mujer-desnuda se da vuelta y lo observa desde el espejo de círculo ovalado. Él, que no termina de decidir si mirar sus ojos a través del resplandor o mirar su faz real, aquella que surge de su espalda. Surcado por pequeñas islas, sus inconfundibles lunares, se aloja la espalda más hermosa e inconmensurable de la tierra. El lo sabe, lo comprende, lo esgrime como la única condición por la que se encuentra en este momento y así todo, no puede articular palabra.
Su espalda infinita, sus lunares insondables acompañandola por senderos desconocidos, para siempre secretos acallados, se vuelven ahora la oportunidad para comprender. Escondido y temeroso en la desnudez de aquella, el hombre-de-pie se siente pequeño y sin aliento.
Desnuda al fin, sin nada por ocultar, la mujer-desnuda se vuelve para él un río tempestuoso, inabordable. Así de vulnerable despojada de todo, así se sentía él, mirandola a ella, ahora, esta vez, a los ojos del resplandor ovalado.
-Ves?, cómo te cagás pichón. Tanta manija pá que ni el forro puedas agarrar. ves!- Ella en su mundo, mirándose las uñas de los pies, alienta una amenaza entredientes.
Claro que el hombre-de-pie ve. Observa impasible la linea delgada inexistente de aquellos cuerpos que a-penas se tocan. Pero la pena es la imposibilidad de ese encuentro posible. Ese cuarto imaginado, indigno de sólo pensar, de paredes resquebrajadas, de muebles inútiles, de techos húmedos y esa mujer infinitamente cercana y esternamente desconocida resultan imposible de tanta posibilidad. A ese contacto iniminente, imposible creer la existencia de ese cuerpo inerme, su espalda y sus islas de lunares.
De pronto el hombre-de-pie volve en sí, a esa imposible realidad. Siente el calor en sus manos, aprisionadas por las de ella que lo apretaba con fuerza. ¿Cuánto había pasado? Una hora, unos minutos?
Ahora de frente a él, la mirada almidonada, almendrada de sus ojos color de tierra, cálidos, calientes lo miraban furtivamente. -Nene, te quiero. Qué necesitás? Estoy acá, vivo.
Claro. Estaba vivo. Su corazón bombeaba, su sangre fluía, sus venas se dilataban. Sus manos sudaban, su pene se erguía. Vida y nada más! Tambaleante se sostuvo en sus rodillas, sintió el clamor de la vida en su piel, en su sexo, en su existencia imposible. Vivo.
Se aterró. Pensó en la muerte, en no poder nunca más revivir, repetir o incluso imaginar la repetición de ese momento con la mujer-desnuda. No le respondió. Tomó una camisa, el pantalón raído y con la desesperación del condenado a muerte, buscó el picaporte a tientas, abrió la hendija, y desapareció.

enero 20, 2009

similitudes

En la intemperie, bajo 10 grados bajo cero, en Estados Unidos, 5 millones de personas esperan el juramento de Obama.

En la Argentina son 10 millones de personas que viven en la intemperie, debajo de la linea de pobreza.

enero 14, 2009

Sombras

El halo de de sombra que parecía sostener su charla, se hizo patente. Vino camuflada, zigzagueante con la penumbra de la noche, confundiéndose en el contorno. Luego su sombra se volvió rostro, entre sus ojos, sus párpados y nariz. De a poco, imperceptiblemente, iba bajando, tomando ahora sus ojos color cielo, cegando ya completamente todo rastro de luz. Allí comprendí la luz que tenemos, cómo logramos percibir toda la luminosidad de la humanidad. Aquí, todo se volvía noche, incluso él, su cuerpo entero, entraba por su garganta, carraspeando palabras incomprensibles. Sus mejillas enrojecidas hace poco por un apurado vino que emborrachaba a la tristeza, ahora se volvían parte de ese frío y oscuro devenir.
Y de pronto frente a mi la nostalgia encendida en un cuerpo de hombre. La tristeza contenida en un oscuro amigo desconocido. Lo adivinaba por ese resplandor en sus ojos, esa tristeza hechas lluvia, en un rostro infinito por el que rodaba una lágrima sin brillo. Angustias pequeñitas que ya sin fuerzas caían apaciguadamente junto a otras que sin fuerza, se contuvieron al filo de la mirada.
Mientras tanto, cayéndose de algún balcón de buenos aires, alguien escucha la melodiosa desarmonía de un corazón que se rompe, de una historia que no sigue, de un amor que ya no vuelve. 

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