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mayo 26, 2011

aferrado al título

Látigos de espuelas rabiosas
sobre el corazón, de las venas de
sangrante sangre rasgada en
cada espeluznante espuelazo.

Cartílagos de pirámides desechas por
el viento y el doctor ausculta el
féretro desaparecido.

No volverá a la vida, aparentemente. Es
casi casi una sentencia en una adivinación.

Dolores que se aferran a un título
tan sólo eso.

Y el escritor ausculta el féretro del cadáver
exangüe sobre la mesa de fórmica blanca
que ruge.


No volverá a escribir, aparentemente. Que
la tinta caída, había precipitado los acontecimientos.




mayo 23, 2011

La Chica

Venimos de acá
III. Femmetrónix

La Chica.
Apenas nerviosa, aprovecha el recoveco de un asiento, justo al bajarse el mundo entero, y él. Se sienta y apoya nerviosa la  cartera en su falda. Aprovecha el colapso de la estación, que arroja más delitos a la ciudad y entran amebas de pasajeras para continuar hasta el final del recorrido.
Y encontrado el buscado espejito, lo saca de su turbada cartera repleta  de perdidos ideales, y se mira a los ojos del vidriado espejo rojo. Se mira, sólo las cejas y apenas el recoveco de sus ojos. Las sílabas le tiemblan en las cejas negras. Un pelo que no depiló, y la sensación en el pecho, que alcanzaba adivinar en el ceño fruncido de algo que se perdió.

Pronto el corredor oscuro del subterráneo deja de tener sentido. Se para, se acerca a la puerta del coche , y espera allí, observando el oscuro devenir del túnel hasta que la luz de la estación terminal le señala el fin del recorrido. Allí nomás sus ideas mudaron rápidamente también, con la estación. Y recordó ella,  para qué había viajado hasta el centro aquella tarde lluviosa. El teatro, cierto. La entrada en la caótica cartera, y un disco para escuchar, en esa noche que aún no hacía.

Hizo la fila, que ya recorría la mitad de la cuadra y aguardó, con la lluvia que se había prolongado más de la cuenta y se disipaba a borbotones de relámpagos apagados. La lluvia estaba allí, en la esquina, cerquita del techito que la recubría. Ella inmutable, tomó su agenda, registró para el próximo (diez) de agosto de (dosmilonce): "con el homeópata". Recordó que algo malo le sucedía hace tiempo, y el doctor y los contubernios médicos de los que tanto odiaba, volvían cada vez un poco más seguido. Será cuestión de esperar, espetó.

La fila entonces continuó el paso sinuoso, ahora con un poco más de agilidad. Las butacas se iban llenando y ella sentada tan cerquita del escenario, casi podía sentir la alfombrita del piso. Veía las marcas en el tablado y el olor a un incienso que ya se quemaba en escena.

La noche cerrada aún con el tormento de la lluvia, había caído ahora sobre la sala, y se apagaban las luces. Qué nombre tiene esto?, se cuestionó. Qué había venido a hacer aquel día a aquella hora en tal teatro mirando esta canción? La pregunta retumbaba en la confusa cartera de ideas, de donde sacó su pluma lápiz y el papel abollado. Necesitaba escribir, poder poner palabras al traslado del tiempo que la había llevado como pasajera repentina de la confusión. Desabrió la hoja y notó lo que había sido escrito. Un número telefónico.

Esto me lo dejó él, pensó. Pero cómo y donde. Sobre todas las cosas, la pregunta que la deshacía, Por qué!.

El tiempo, que continúa el sentido, permaneció durante unos minutos. Se abrieron solemnes los cortinados pesados de felpa violacea y la obra comenzó.

Para ella fueron algunos instantes hasta que las luces volvieron a encenderse. Y los aplausos se hicieron gritos en sus ojos adormecidos. Agachada casi, empezó el descenso por las escaleras y se encontró nuevamente con la entrada, la calle, la oscura noche y el frío néctar de la vuelta a casa.

mayo 15, 2011

De persistir



El sueño descabezado. Quiero decir, sin cabeza; pero sin pies también. Sin hígado ni corazón. Quiero decir, sueño descuartizado. Y así todo, tampoco lo logro decir. Esa existencia plácida, esa coyuntura desyuntada del presente, ese pedazo de objeto.
Sueño destrozado, o desarreglado,
un sueño maquillado, quiero significar:


sueño cortado,
con todo
del uno al cien,
pero aún así
ni siquiera,
así
podría decirlo todo




A veces sucede con los objetos, que contienen una vida particular. Mascullo entre mis dientes cierta verdad, que sólo puedo poner en mentiras y palabras invertidas que apenas pueden decir.
Cargan más bien, los objetos, toda la vida y allí quedan, sin historias. Situados en un presente que les es completamente extraño, pero nada pueden hacer más que yacer donde se hallen. 


Un picaporte una pared, un borde, una maceta, otra vida y cualquier otra.


Un wisky nuevo, para desalambrar el sonido de un trampolín. Y el wow wow wow de la turra canción.
Nada afuera, perhaps bla bla, dispone mal el rudo mundo de la nada. Del mundo externo que habita allí más allá de mis zapatos. Del perfume encontrado en la sádica ciudad. También son retazos de relatos, enmohecidos por la lluvia ácida del desierto. Este desierto de esquinas y edificios, de otoños azules y amarillos. También tienen vida, también en este desierto húmedo. 


El frío en la espalda, el escalofrío desde las sienes y el pequeñero hervidero de la sangre. Hormiguitas trabajadoras de un corazón irredento. Con ese deseo imitativo de ser, más bien, de persistir. Más bien, un sueño de eso.



mayo 10, 2011

proverbio

“Las flores deben tener mariposas. 
Las montañas, arroyos y las rocas, musgo. 
El océano, algas. Los árboles viejos, enredaderas. 
Y la gente, obsesiones" 


Así del aire brotaron las oraciones que habría escuchado por ahí. Un proverbio chino o un folklore polaco. Una tiza en la arena, un recuerdo sinrazón. Lo cierto que ahí estaba en una coma, la oración recreada. Palabra por palabra, exactamente así como el autor hubiese querido recitarla. En palabras dichas. no escritas.


Un silencio, que es nadie, se calza las botas del tiempo, que corre agitado a orillas de un traspié.


El agua royendo los gajos del papel y el sonido luminoso filtrándose en la pared. Como el movimiento, las frases se pegaron a un resquicio de la memoria y allí brotaron un día, como fruta colorida, una noche de mayo.


Las hojas, cálidas y fecundas, de la tenue muerte del otoño se alojan a los pies del cemento. Escuchando, pacientes, el venir sosegado de la pútrida infelicidad. Su vuelo ondulante, silencioso y cansino tras los vientos de la estación, disipan ese momento intentándolo aburrir con danzas sigilosas que caen al suelo en un tranquilo shush... 


Así nace la nada, tropiezos de alquitrán y hojas secas de otoño. Un vacío tremendo de existencias serias, presentes, concientes, transparentes. Todas cosas dichas, dichas no escritas con la razón de ser. sed de razón para la imaginación que busca encontrar en las flores mariposas, en las montañas, arroyos y en las rocas, musgo. Quizás porque en efecto, la gente, obsesiones, y una de ellas fuera, tan solo escribir.

mayo 03, 2011

Descalabro

Tocando al viento historias estoy andando, desnudo bajo el asfalto. Intentando recrear pequeños retacitos (chiquititos) de mentiras silenciosas. Masticando retículas de aire sofocado, mascando y mascando. Aire sofocado.
Ahogado, del invierno de las palabras, que cobijan desiertos inanimados insatisfechos de ingrata realidad. Y ahí vamos, con los dedos de-snudos, también, de-caricias de imaginación. Son las musas mudas que habitan el vacío y así descubrimos que vamos viviendo..

Y dejo los dos puntos, ahí arriba, en la oración pasada, y solicito una rápida respuesta de por qué he dejado ellos ahí. Solos, sin ninguna otra sentencia que los acompañara un poco.

Persisto en la habitación desierta de palabras. Desierta de musas. Como si ellas convivieran día a día en un estrato diferente, de lógicas tan disímiles, que nuestras cogniciones no fueran capaces de aprehender, pero estuvieran ahí, presentes y atractivas para el paladar. Para poder decirlas, están allí, debajo del polvillo que junta la mañana al abrir la persiana. Y las palabras flotan en un aire de terciopelos de papeles. Ubicadas en ese preciso momento, del escritor apantallando con extrema paciencia, esperando que la brasa rojiza del sinsentido dejara el letargo tras tanta cordura.

Esa frase la escuché en otro lado, esa frasecita canchera (congniciones no fueran capaces de aprehender) y el pensamiento repentino: que todo se  leyera, en definitiva, con frases conocidas. cuouts las llama wikipedia.

Y hacía días las musas habían desaparecido, olvidándose qué hacer con tanta presencia. Pues vivían el día, con sabrosa indignación. Sentían que la humanidad entera había dejado de existir. Como fantasmas olvidados de cuento de brujas, la humanidad se resquebrajaba sin olerse, sin saberse ni beberse, sin tocarse, sin contagiarse, sin morirse. Juntos están muertos.

Y ellas, diosas griegas qué más, pudiendo ver tanto, pudiendo sentir todo y persistir muriendo. Veían el espectáculo macabro de la humanidad dormida, como la mansadumbre del apocalipsis, observar el espanto en las miradas, el desastre contenido en sus gestos. Eso es la humanidad para las musas perversas. Reaparecen cada tanto, dejando alguna que otra secuela.

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