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mayo 14, 2007

Regalo

Alguna vez regaló la estrella más resplandeciente del firmamento. No entendía muy bien el objeto, pero otra cosa hubiese sido menos. Era un regalo y nunca tan sentido. La conoció de hecho, aquella misma tarde, y tan sólo bastaron las horas, para que la luz cesara, y aquella estrella tuviera su nombre, tan sólo en una charla.
La brisa del mar, quizas, o tan sólo el rumor de las olas a tan pocos pasos suyo fueron esa mezcla mágica que los hizo uno sólo en la inmensidad.
Desde aquella noche, su mente estaría en otro lugar, en otro tiempo, junto a ella. Escribió poemas inconexos, letras demenuzadas y diatribas sin sentido. Nada de eso vio ella, que nunca pudo imaginarlo siquiera. Sus ojos lo encandilaron, y fueron sus lunas en aquellas noches de soledad. La recreó por cientos de horas, la imaginaba y la desnudaba en cada tormento al que sus pensamientos lo llevaban. Fue un mate, pensaba, un mate que él invitó y todo cambió. Pero pudo haber sido distinto...y dónde estará ella ahora que la piensa?
Vinieron las lluvias, de esos dias interminables, pero esa noche en esa tormenta, nada pudo detenerlo, el encuentro se hizo cuerpos, y la felicidad eran soles eternos, de un candor inexplicable. Todo en aquel lugar era tan misteriorso como infinitamente delicioso. Bailó y cantó como nunca antes y quizás sin dar cuenta que de ese otro lado estaba ella, contemplándolo con esa sonrisa de cielo... pensaría en un desquiciado? en un demente sin causa? nunca se le ocurrió pensarlo y no lo ha hecho desde entonces. La plenitud de ese momento fue estrepitosa en su pequeño mundo de estables figuras y equilibros permanentes.
Entendió que ese era verdaderamente él, con su corazón multiplicado y su alma entornada al mundo, que ella lo había vuelto desquiciadamente feliz y su cuerpo estallaba en sus brazos, en sus besos, que eran todo su cuerpo. Todo en él era plenitud. Y con eso quedaría.
Él le regaló una estrella en esas costas perdidas del mundo, pero allí, en esas mismas costas, enterrado entre el mar y el firmamente, murió su corazón, el día que lo dejó, con su estrella y sus soles, a la espera, de una mujer, que quizá, tan sólo soñó.

3 comentarios:

Flσr dijo...

por lo menos el sueño fue realidad. y la realidad por naturaleza suele terminar/cambiar.

asi que sería imposible que ese sueño transformado en verdad durase más que un pestaneo o dos... (como todas las cosas. cambian... pero retornan!)

Ella dijo...

Lo dijo Flor: "Por lo menos el sueño fue realidad"... y aunque sea por un sólo y diminuto momento...

El principio de esta historia me recuerda a una no muy lejana. Esas cosas no correspondidas, vio?
Eso de que en una tarde, en un momento pasen tantas cosas... llevan a uno a replantear. Bah! eso me pasa a mi...
Pasa el tren

Y si acaso no brillara el sol...

Sexy Sadie dijo...

No puede haber sido sólo un sueño. La plenitud a la que llegamos en sueños, nunca es tan malibullosa como la real, la que se hace cuerpo, la que nos cuesta un cielo. Lo mas triste, lo mas probable, es que la chica no haya visto ese corazón multiplicado...y ahora lo único que tiene es una estrella a su nombre.
hermoso
hermoso
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