De pronto, escritor visceral, escritos fugaces, urgentes, fogosos, deliciosos. La búsqueda del papel, cualquiera.
De celofán, servilleta, higiénico o carbónico, lo mismo da. Da lo mismo, escribir en la mano, en la pared, en la tela o el sillón. Apenas da. Porque todo vos, expele, regurgita, trasunta lo que buscás. Te carcome, te subyuga y ante eso, la nada.
Y nada alcanza. El terror que tu papel se acabe, que la tinta perezca, que el tiempo culmine. Y a pesar de todo, siempre sin decir nada, sin escribir nada.
Hasta que algo cobra sentido por primera vez. Ocurre lo mágico inimaginable. Algo, alguien, que? de pronto cobra sentido.
De pronto tu sillón, y con él vos, sin esperarlo desaparec
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