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mayo 20, 2010

Dactilar

Resbalan los dedos, como mareados
como posesos, o al menos borrachos.
Caminan zigzagueando,
por la cornisa y escriben,
como autómatas, sin sentido ni por qué.


Tan sólo ven por allí la energía,
por allí deben surcar mares y desiertos.
Y en miles, en cientos,
¿cómo es esto de los contables?,
si estamos buscando una palabra que lo mida todo.


Como el infinito,
por lo suficiente, por su colorido para definir el paraíso.
En un vuelo de dedos
acontece el ser, se encuentran sigilosos
en medio de una tormenta
de vientos o estrellas fugaces,
y mi cuerpo
tendido ciego
contemplando un atardecer de verano

1 comentario:

Carlos Lucero dijo...

me suscribo....
saludos
amigazo

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