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junio 28, 2010

Escritor Tachado

Escribe y tacha, escritor imposible este. No logra acercarse siquiera a crear un renglón.
De hecho, aunque intenta y lo pretende con espuma de rabia, y llanto en su trazo desesperado, las palabras se agolpan en las tachaduras, como un tormento ruidoso de letras y letras, unas sobre otras, escalando el margen, con una gracia particular, pero nunca nunca cerquita de la oración. 

Flechas, diéresis, numeral o signito ficcional, todo se estalla en la punta inconclusa de un borrón más. Pentagramas estos rudimentarios, de pre historia grafítica. Todo parece existir sólo para la palabra, una dos tres, ninguna. Todas que no entran juntas en una sola construcción.

Crearán profesiones,
de arqueólogo literato, 
con ansias de interpretar, 
jeroglíficos de papel y birome.

Qué denso escritor tachado, armónica tragedia. ¿Cuáles son esas miles de imágenes creadas y borradas? Todas por nacer. Precoces muertes a la vera de un margen trasnochado. Apoteosis misma, primaria de la imaginación. Devine dibujo dispar.

Tinta disuelta y un escrito de remiendos, escritor tachado, talla una leyenda. Escritor plástico, nunca aparecerá en las librerías, vendiendo ilustraciones de sus palabras. Obra escalar, montículos y tinta, juntada a montones en hojas también disueltas aquí y allá. Sin embargo, escritores los hay en todas las esquinas, en los restos de papeles tirados, en cuentos de letras en bares y balcones. Retazos, hojas rotas, servilletas o volantes perdidos, con mil palabras, todas tachadas. Sólo eso, escritor tachado habita la ciudad incipiente. Camina sin saberlo, empujando papelitos sueltos, de infinitas ficciones.

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