
del alquimista negro,
tienen el filo de la música
en la punta de sus dedos.
La afiebrada melodía
rumbea para siempre aquí,
con el llanto en los ojos
suena el cuero
así nomás
vibrando las cuerdas del tinto
con su suave son,
la garganta pelada de tanto gemir
transforma el recato
y las ganas de dormir
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