*

*

mayo 08, 2006

Bienvenido, ¿puedo tomar su pedido?

Mesas azules y rojas, logotipos en toda pared y ventana presente en el edificio. Pequeños individuos que controlan a cada paso la digestión de cada cual. Trapos sucios y malolientes repasan una y otra vez en las tablas llenas de la basura anterior.
La mesa está servida. Es aquí y no tengo más nada que hacer. Como entonces, como ellos, me alimento de lo que me han servido aquí. Sé positivamente que no lo necesito. No vivo como ellos y sin embargo, aquí estoy. Sigo sus ritmos, ritos y costumbres. No puedo salir.
Ingenuo, tomo entonces el tenedor, como un instrumento que en este lugar parecería no tener sentido. Un no significado de una pieza más, quizá de alguna cultura primitiva. Al poco tiempo me doy cuenta del detalle.
Sujeto entonces entre mis dedos la mierda maloliente y putrefacta. La huelo. No puedo estar más cerca de ella. Sus partículas no defecadas por el ser que los defecó, se esparcen en la masa informe, rozando apenas mis labios.
La serenidad de mis actos no se corresponde. No me puedo apegar a las normas, Dejo mi bocado para ver a mis vecinos. Todos los demás han perdido toda gentileza y serenidad: Veo como sueltan sus utensilios (ahora dispersos en el piso azul y rojo) y se disponen prontos a atacar su plato favorito con fanática elocuencia. Lo toman en sus manos como si de animales hambrientos se tratara. No toda la comida llega a abrazar con sus bocas, rojas sangre; el resto se impregna en los cachetes, recorre sus cuellos y se depositan muriendo una vez más en sus pulcras vestimentas de oficinistas y vendedores de celulares.
Con el reverso de sus manos atraviesan toda la longitud del rostro embadurnado de almuerzo. Limpian sus restos, chupan sus dedos, uno a uno, con la mierda entre las uñas.
Tranquilos ahora, se recuestan en sus sillitas movibles azul y rojas, saboreando los minutos previos de su escueto festín.
No tienen tiempo, sus bandejas que ya no se encuentran ocupadas por sus manos sucias, son rápidamente retiradas. Muchos comensales aún faltan llegar.
Se retira, el tiempo prima y la vida es hoy, nunca más. Pronto volverán, sin dudas, las moscas no tardan nunca, en encontrar el alimento de sus apetencias.

6 comentarios:

Sexy Sadie dijo...

estaba por almorzar un puré, pero me revolviste el estómago
:)

Anónimo dijo...

Buenisimo.
Cada vez mas feliz de no comer en el comedor del edificio donde laburo. Gracias.

nadie dijo...

es un placer, como siempre, brindarles estos pequeños servicios ! !

airin, menos mal que usté sigue por ahí!!!

k r i s t i a n dijo...

esta bueno, me gusto, tiene ritmo

siga asi, muchacho

saludos!

Anónimo dijo...

aunque... que "raro" volver a encontrarlo...


muy raro.

Anónimo dijo...

te re entiendo. yo laburé en un fast food. y es tal como lo relataste.

Archivo del Blog

Seguidores

Nadie cuenta