Por accidente o por error, un cuaderno se hallaba en la tierna sábana imantada con sexo de telenovela dominical. El cuaderno de tapas rojas y textura felpa recorría un destino indescifrable, al borde del colchón, en el abismo del desconcierto. Sus tapas endurecidas, dejaban ver en caótica tertulia, hojas y hojas saliendo del cuaderno, tímidas primero, impulsivas y salvajes después.
Sueños contados y novelas mentidas comenzaban a caminar solitarias, por fuera de los márgenes del encuadernador.
Silentes e invisibles las hojas comenzaban a tejerse unas con otras, con los pies en los ojos, escondiéndose en recovecos y camas corroídas. Relatos de historias nuevas y futuras, encontrándose sueños dormidos y deseos mal contados; papeles de princesas y verdugos sentimientos se entrelazan como juego primero, liberación después.
Se resbalan de sus escondites, las hojas liberadas de autocrátic régimen de escritor. Caminan y se encuentran novas estrellas y dioses de ciencia ficción, se maravillan con el invento y andan sin pies ni cabeza. Sólo encontrándose cuando el viento los decide juntar.
Sueños contados y novelas mentidas comenzaban a caminar solitarias, por fuera de los márgenes del encuadernador.
Silentes e invisibles las hojas comenzaban a tejerse unas con otras, con los pies en los ojos, escondiéndose en recovecos y camas corroídas. Relatos de historias nuevas y futuras, encontrándose sueños dormidos y deseos mal contados; papeles de princesas y verdugos sentimientos se entrelazan como juego primero, liberación después.
Se resbalan de sus escondites, las hojas liberadas de autocrátic régimen de escritor. Caminan y se encuentran novas estrellas y dioses de ciencia ficción, se maravillan con el invento y andan sin pies ni cabeza. Sólo encontrándose cuando el viento los decide juntar.
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