Un día, la lágrima seca en la mejilla. Queda así, estampada y sutil, deslizada por las pequeñas grietas que dejó la tristeza.
Surcando la piel, la luz pronta a amanecer, tibia y pálida,
irremediable.
Un día, el canto del gorrión vuela por primera vez las espaldas ahora ligeras,
cansadas de tanto ayer.
Tal día, el cuerpo se desvanece en cabellos nuevos, en perfumes diferentes. Cálidas, las sábanas cubren, un poco, la vida desnuda. La ternura y la paciencia relamen los cobertores, tiñen la noche.
El silencio y los mechones bailan juntos, apareciendo y desapareciendo. Juegan y se pelean, la espesa negrura de trenzas que por momentos afloran. También las palabras, bullen. Sugeridas, condicionadas. Vuelan un día, sanando la heridas, salando las ganas.
La lágrima se seca un día en la mejilla.
Un mundo inventado, un autor desconocido. Un tiempo ficcional. Un murmullo irreal. Nada es real, nadie es inventado
*

noviembre 02, 2010
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