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diciembre 09, 2010

Balcón de flores

Hubo un vaso que se cayó en medio de la luz brillante del balcón. Cayó, embebido de tristeza, desparramó su dulce néctar por los pisos semi destruidos de esa propiedad vencida, caída, tardía, desapropiada.

balcón de ilusiones -sin mayúsculas empieza el nuevo párrafo, cayeron por ahí unas cuántas ráfagas de ceremonias, de verano, de primaveras. Ceremonias de flores también desapropiadas, -y nuevamente mezcla las palabras, las repite como un loro- baldosas vencidas, tardes caídas por el vaso de néctar desparramado por el pie infame que avanzó esa noche sin puntos ni comas para que el que quiera entender

Desparramando su bilis, el vaso corona una eternidad de noches celestes, cielos vírgenes, sueños desamorados y un montón de recuerdos apiñados en un rincón. Allí, en la sombra de acá nomas, entre tanto mameluco y trabajos inacabados. Allí están, las sombras de los montoncitos apiñados.

La compu, lenta, destaca la imposibilidad de crear en la noche abrupta de sensaciones, lentas caminan, como caracteres serigrafiados, palabras descoyuntadas, desfiguradas, desapropiadas, ahora sí, -con la razón de la  narración - que alguna vez tuvieron sentido.

Y la música , que también se repite, rompiéndose en su anonimato, de multiformidades atroces. Mil caras, mil gestos, infinitos encuentros. La música es una nota. U-N-A nota. Cuál, cual! Algunos viven buscándola en los restos de basura, en los tachos infestos de cultura, en los museos y en las pancartas políticas.

Dame un poco de tu presencia, -Oh, primera persona del singular que apareces como un estiércol en este texto para el olvido- de ese ser inconmensurable que se estira en los vapores del tiempo y me permiten iluminarte con una linterna de deseos, todo mi ser.

En un segundo, y nada más. Un ruego, y nada más. Un segundo. Una poesía, una nota.


Prosigo prosaico esta angustia letrada, poniendo palabras al llanto, a lo que no quiere retroceder. Y entonces el tiempo, que tampoco retrocede y sólo avanza, como la larva en el piso mojado por este vaso roto en mil pedazos, transcurre en un inmenso parántesis de infinitas comas, puntos y diéresis. Nadie entiende que aquí es donde pululan la luz, el fuego, la tierra, el aire y la nota.

Pero la espera, eterna búsqueda de sostener el tiempo en un tendal de sentidos. Nada, nadie podrá jamás acompañar el sentido de la espera, como un punto irremediable en la certeza absoluta de la existencia humana.

Hablas de amor! Como si se te ocurriera pensar en tal cosa. Un soliloquio de improcedentes conclusiones sacadas vaya uno a saber de dónde! Hablás de infinito, y apenas conoces tu universo!

El comienzo de todo, no nos olvidemos - Ah ! y ahora el plural de un yo compartido; escritor nervioso, miedoso, no se anima a volver a la singular aseveración- un vaso desparramado en la estepa del balcón. regando con saña las orquídeas perfumadas que da tu primavera.

Y mientras ese charco infame de sueños inundados va regando flores y cayendo en el anónimo cauce de la rejilla, nosotros explotamos el sexo imprudente. Ese sexo de dos, mil hombres y mujeres sueñan y sueñan. Y como un castillo construimos, imágenes prudentes de un futuro imposible. Creyendo que todo puede suceder, prendiendo un fósforo, quemando el alchool, que tiñe baldozas de estiercol, aquí justo frente a nosotros, en este balcón.

2 comentarios:

Yan Duimich. dijo...

Nada para declarar.

Perfecta descripción de los sentidos sin-sentidos.

nadie dijo...

declare yan, que para eso están esas cosas

gracias por pasar

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