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diciembre 02, 2010

Nada y golosinas

Tenías ganas de sentir, cuando la vida todavía parecía un sueño, que las emociones se pueden tocar. Como el sugus azul, como el anís del caramelo, como el bullir de un chupeloco. Volver a pensar, que los sentidos se trocan, en un papel de caramelo. Con el celofán amarillo y ese papel metalizado. Cuando las ganas para quebrar el corazón del bon o bon o juntar en un bolsillo infinitos billiken. 
Ganas nuevas, de viejas tropelías: los mil chicles en la boca y el globo más grande. Agachados debajo de la mesa, contando moquitos en un escritorio.
Cuando todo se oscurece, la vida "fluorece"; nacen pestañas de flores, de mil colores centelleantes. Un tiempo y sólo eso, en el que ámbares y néctares sobrevuelan los perfumes de la atmósfera nebulosa. Salir mejor parado, es la misión de algunos, mientras otros "atroces", intentan sentir colores. La sabia de un rojo, el frío ladrillo; el ansioso naranja y el cristalino blanquecino.
Tenías ganas una noche, de oscurecer la mañana. Qué todo cuánto haya en el mundo pueda latir el segundo. Uno eterno, uno imposible, un infinito segundo de nada y golosinas.

2 comentarios:

Anuka dijo...

Nada y golosinas. A mí me gustaría sentir en caramelos, chupetines y chocolates. Por ejemplo, mañana despertarme en manzana acaramelada

nadie dijo...

o anochecer en mermelada,
atardecer en cerezas
y despertarte otra vez
en caramelos

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