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mayo 15, 2011

De persistir



El sueño descabezado. Quiero decir, sin cabeza; pero sin pies también. Sin hígado ni corazón. Quiero decir, sueño descuartizado. Y así todo, tampoco lo logro decir. Esa existencia plácida, esa coyuntura desyuntada del presente, ese pedazo de objeto.
Sueño destrozado, o desarreglado,
un sueño maquillado, quiero significar:


sueño cortado,
con todo
del uno al cien,
pero aún así
ni siquiera,
así
podría decirlo todo




A veces sucede con los objetos, que contienen una vida particular. Mascullo entre mis dientes cierta verdad, que sólo puedo poner en mentiras y palabras invertidas que apenas pueden decir.
Cargan más bien, los objetos, toda la vida y allí quedan, sin historias. Situados en un presente que les es completamente extraño, pero nada pueden hacer más que yacer donde se hallen. 


Un picaporte una pared, un borde, una maceta, otra vida y cualquier otra.


Un wisky nuevo, para desalambrar el sonido de un trampolín. Y el wow wow wow de la turra canción.
Nada afuera, perhaps bla bla, dispone mal el rudo mundo de la nada. Del mundo externo que habita allí más allá de mis zapatos. Del perfume encontrado en la sádica ciudad. También son retazos de relatos, enmohecidos por la lluvia ácida del desierto. Este desierto de esquinas y edificios, de otoños azules y amarillos. También tienen vida, también en este desierto húmedo. 


El frío en la espalda, el escalofrío desde las sienes y el pequeñero hervidero de la sangre. Hormiguitas trabajadoras de un corazón irredento. Con ese deseo imitativo de ser, más bien, de persistir. Más bien, un sueño de eso.



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